Reflexiones de un Hermano


Rocío, que nombre tan bonito pero que duro se hace pronunciarlo en tu ausencia.

Eres mi hermana y eso es algo que nadie nos arrebatará, ni siquiera la muerte nos podrá separar. Yo no creo en lo que mucha gente dice de que detrás de este teatro de la vida nada existe, al contrario, hay todo un universo por descubrir, un mundo donde las personas se respetan, donde no hay ningún tipo de desigualdad, donde la libertad es la razón de ser y el amor el motor que hace de guía. Y allí estás tú con nuestra querida tía. Ella fue a recogerte y ahora las dos cuidáis la una de la otra sin dejar de guiarnos.

Eres la señal que nos hace mantenernos vivos. Tu sonrisa eterna un lujo que nos has enseñado y que ahora anhelamos compartir contigo.

Nosotros seguiremos aquí, viendo la vida pasar e intentando encontrar respuesta aun sabiendo que todavía no estamos preparados para conocerla.

Como mamá dijo en su día, debemos dar las gracias por haber disfrutado veinticinco años de ti. En sus palabras no hay odio ni rencor por no tener a su pequeña, sino fe porque sabe dónde has ido.

Cuando el lloro me ahoga, cuando la rabia me ciega, siempre estás ahí para consolarme